Sobre RUEDA…

RUEDA / Red Universitaria de Educación Artística

RUEDA rueda para mejorar la experiencia creativa en la vida artística, cultural y educativa.

RUEDA propone y explora interrogantes, plantea paradojas, identifica problemas, facilita diálogos, forma asociaciones temporales y permanentes, advertidas e inadvertidas, que facilitan el acceso al arte como derecho esencial y parte de la condición humana.

RUEDA se origina en una universidad, se nutre de la colaboración de diversas unidades, pero se concibe como un laboratorio móvil que promueve la experimentación, acompaña procesos educativos, académicos, de acción en la vida escolar, universitaria y en espacios de reclusión (la escuela, el hospital, la cárcel).

RUEDA es punto de cruce entre personas, docentes, líderes sociales, activistas, funcionarios, asociaciones de base, comunidades, fundaciones, instituciones, regiones, Estado, países.

RUEDA contempla su acción como un diálogo horizontal en constante construcción bajo la acción en proyectos, acuerdos, asociaciones, convenios oficiales, asesorías y la búsqueda de recursos que, bajo garantía de buena ejecución, permitan que las personas actúen al servicio de otras personas.

RUEDA cuenta con un portal de internet que no solo informa, sino que da acceso abierto a contenidos, registros y publicaciones, bajo una política de comunicación orientada a fortalecer a una comunidad de personas interesadas en la educación artística.


Líneas de acción y asociación

La educación artística abarca múltiples escenarios de acción:

El primero, el más común, se refiere a cualquier experiencia de expresión creativa que usa instrumentos artísticos para generar un gesto o una obra que, por la vía de lo sensible, deja una huella emocional en lo privado o en lo público.

Un segundo escenario aborda desde lo educativo el desarrollo emocional, reconoce y potencia habilidades cognitivas desde la infancia temprana, comprende que ver es un aprendizaje y el arte no solo sucede en la clase de arte.

Valorar y apreciar las artes, como espectadores o como participantes activos, es el primer paso para adentrarse en un tercer escenario de reflexión, estudio, diálogo y comunicación sobre lo observado. Esta sensibilización, escasa en muchos sistemas educativos y entornos sociales, es fundamental para que el juego del arte, un juego serio, como lo es todo juego infantil, no cese y la imaginación no ceda ante la solemnidad y el dogma; cuidar la ambiguedad y aceptar lo incierto es abrir camino a la interpretación: mantener viva la curiosidad como respuesta a los efectos y afectos de las imágenes que nos rodean.

Este aspecto nos lleva a un cuarto escenario donde, a medida que la persona madura, adquiere una conciencia más profunda de los orígenes y procesos del arte, se conoce mejor a sí misma y proyecta esa conciencia en otros, en diversas situaciones, gracias a una imaginación moral. Las herramientas del arte van más allá de ser una extensión del cuerpo para ejecutar una acción mecánica, sus mecanismos tangibles e intangibles abarcan el mundo de lo sensible, ahí la forma es contenido, el medio es mensaje. Así como el pájaro no tiene que saber de ornitología para trinar, cada persona día a día y momento a momento actúa y se expone a lo estético, transita por bosques de signos y símbolos donde percibe formas, interroga imágenes, comunica ansiedades, se emociona, cambia en lo político, se pierde para encontrarse y se encuentra para perderse.

El quinto escenario destaca la capacidad integradora de las artes: la educación artística no está reservada únicamente a un gremio de artistas, ni se limita a crear un público ilustrado o un mercado para una comunidad creativa. En muchos espacios de clase, diálogo y exposición hay más arte que muchas clases, discursos y museos de arte. La educación artística es una capacidad integradora que, al ser irreductible, se manifiesta en múltiples procesos educativos y en prácticas sociales y culturales existentes.



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